Congo

1 12 2008

Menú: De entrada camarones frescos para pelar.  De plato fuerte pollo Muamba con arroz y plátanos fritos.  De postre licuado de mango y un té negro bien cargado.

El líder rebelde tutsi de la República Democrática del Congo, Laurent Nkunda, amenazó el sábado 29 de noviembre con declarar la guerra a Kinshasa a menos de que el gobierno del Presidente Joseph Kabila acceda a sostener negociaciones directamente con él.  Nkunda, un ex General del Ejército del Congo, renunció a su cargo en 2004 para lanzar una rebelión con el pretexto de proteger a los tutsis de las milicias hutu, que buscaron refugio en el Congo después del genocidio de 1994 en Ruanda.  Esta tragedia humanitaria, tal vez la peor del continente africano en los últimos 20 años, dejó más de 500 mil muertos, en su vasta mayoría miembros del grupo étnico tutsi.

Nkunda, cuyas fuerzas han vencido en repetidas ocasiones a las tropas de Kinshasa y han ganado control de gran parte del territorio en la provincia oriental de Kivu del Norte, ha demandado en repetidas ocasiones sostener negociaciones con el Presidente Kabila.  El problema es que Kabila insiste en que antes de entablar cualquier tipo de diálogo con Nkunda, éste último debe cumplir con un pacto de paz firmado en enero, el cual establece el cese al fuego en la región.  Mientras tanto, la situación humanitaria se agrava, ya que más de 200 mil personas viven desde hace varias semanas en la selva del Este del Congo por temor a actos violentos de los soldados o de los rebeldes.  Pese a que actualmente patrullan la región más de 20 mil cascos azules de las Naciones Unidas, éstos no se dan abasto para controlar un territorio de casi 60 mil kilómetros cuadrados, donde la precaria situación humanitaria no deja tiempo para combatir las fuerzas rebeldes de Nkunda.

Como en la mayoría de los conflictos en África, la actual rebelión del Congo se puede explicar invocando el pasado colonial del continente.  La demarcación arbitraria de fronteras, la explotación indiscriminada de recursos naturales y la invención de grupos étnicos con fines políticos; son tan solo tres de muchos obstáculos que enfrenta el continente africano.  En el caso del Congo, la primera gran crisis surgió inmediatamente después de que Bélgica le otorgara su independencia en 1960, debido a la falta de acuerdos entre políticos congoleses y a la presencia de movimientos secesionistas en las regiones más ricas del territorio.  Esta crisis se extendió hasta 1965, cuando Joseph Mobutu ascendió al poder y se convirtió en el primer líder congolés capaz de controlar el territorio del doceavo país más grande del mundo.  Autoritario, megalómano y hasta cleptómano, Joseph Mobutu gobernó y saqueó al Congo hasta 1997, cuando las fuerzas rebeldes de Laurent Kabila, padre del actual presidente Joseph, lo derrocaron y dieron inicio a la Primera Guerra del Congo.  A esta guerra la siguió la Segunda Guerra del Congo, que se extendió hasta 2003 y dejó como resultado casi 4 millones de muertos.

El legado colonial, la volatilidad de la región, la violencia generada por la abundancia de recursos naturales y una serie de conflictos étnicos y tribales; se han convertido en una verdadera bomba de tiempo en el corazón de África.  El problema es que el mundo no se puede dar el lujo de permitir que un país con tantos recursos naturales y con un territorio tan extenso se hunda en una nueva guerra civil.  Mientras el planeta entero sigue buscando remedios para salir de la actual crisis financiera, el Congo se hunde en su propia miseria y el resto de África tiembla.

¡Buen Provecho!

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