El Oso Rumbero

15 11 2008

Menú: Para empezar una sopa de remolacha con carne.  De plato fuerte, blinis de caviar rojo acompañados de salmón ahumado. Para terminar, prianikis con miel y rellenos de chocolate. De aperitivo, vodka congelado, sin mezclarlo con alguna otra bebida.

El pasado 7 de noviembre, el vicepresidente de la firma rusa Gazprom, Alexandr Medvedev, y el viceprimer ministro ruso, Igor Sechin, acompañaban en Venezuela al presidente Hugo Chávez en el comienzo de operaciones de Urdanetagazprom, una sociedad con la paraestatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) fundada con el objetivo de extraer gas natural de las costas bolivarianas.  Mientras tanto, entre el 9 y el 15 del mismo mes, el presidente de Bulgaria, Georgi Parvanov, se reunía con la presidenta argentina, Cristina Fernández, y con su homólogo mexicano, Felipe Calderón, con el objetivo explícito de estrechar lazos económicos con ambas naciones, sobre todo en materia energética.  ¿A qué se debe el creciente interés de Rusia y Bulgaria en la región?

En el caso de Rusia, el dúo dinámico Medvedev-Putin está claramente aprovechando el espacio que le ha abierto el gobierno venezolano en América Latina, para así contrarrestar con mayor presencia en la región el reciente acuerdo militar entre Washington, Varsovia y Praga, que tiene como objetivo principal la instalación de un escudo y un radar antimisiles en territorio polaco y el checo respectivamente.  Ahora bien, en el caso de Bulgaria la historia no es tan distinta.  En el continente Europeo es bien sabido que el presidente búlgaro es un incansable peón del dúo dinámico Medvedev-Putin, por lo que a través de su gira por Argentina y México el presidente Parvanov simple y llanamente busca extender la causa rusa en la región, a cambio de seguir recibiendo apoyo económico y político por parte de Moscú en la antesala de las elecciones parlamentarias programadas para celebrarse en Bulgaria el próximo 14 de junio.

Lo más preocupante del creciente interés de Moscú en América Latina es el próximo arribo de una flota rusa para efectuar maniobras aeronavales conjuntas en el Mar Caribe.  A esas operaciones acudirán las Fuerzas Armadas de Venezuela con algunos de los equipos militares rusos adquiridos por Chávez en los últimos tres años y valuados en más de 4.500 millones de dólares.  Además, Chávez ha visitado Rusia una docena de veces en los últimos 10 años y Caracas se ha convertido en el destino o escala frecuente de los altos mandos rusos que visitan la región.

Esto es preocupante porque ante la incertidumbre generada por la actual crisis económica, la tentación de recibir inversiones multimillonarias rusas o búlgaras en países como Argentina, México y Venezuela podría derivar en que América Latina se convierta en el principal campo de batalla de una nueva Guerra Fría entre Washington y Moscú.  Ante esta disyuntiva, los cancilleres latinoamericanos no pueden permitir que la tentación de recibir millones de dólares en capitales frescos comprometa sus relaciones comerciales con los Estados Unidos; un aliado que nos guste o no influye de manera más directa en la región.

Con un poco de prudencia podemos evitar terminar bailando rumba con la más fea; con el oso ruso y sus aliados, que con dinero fácil adquirido durante la reciente bonanza petrolera nos pueden meter en un verdadero problema en la región.

¡Buen Provecho!

la_sobremesa@hotmail.com


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